La temporada de pesca está resultando, hasta la fecha casi un desastre debido a la mala situación de los ríos. Lluvias y tormentas que embarran las aguas, cuando no las variaciones de caudal provocadas en los ríos regulados por los intereses de las eléctricas, están haciendo que se pierdan muchas jornadas y muchos permisos en los acotados leoneses. En multitud de ocasiones hemos denunciado el sistema de adjudicación de permisos por anacrónico y obsoleto.
El pescador que pretenda disfrutar de un acotado en la provincia de León debe iniciar un desesperante trámite administrativo con ocho meses de antelación. Primero un plazo de solicitudes en el mes de septiembre, luego a esperar el sorteo, después a comprobar el número y la fecha en que se ha de solicitar, hacerlo de forma telefónica en el día y hora asignado, pagar en el banco, esperar a que lleguen por correo y a rezar para que el tiempo acompañe. Todo este proceso para conseguir tres permisos ordinarios. El precio, diez euros por coto, es lo que menos importa después del maratón que supone conseguir un permiso.
No obstante algunos cotos son un auténtico fraude ya que apenas tienen truchas. Los afortunados que tienen buen número escogen cotos y fechas, pese a lo cual la climatología, que no es una ciencia exacta, puede dar al traste con todo el esfuerzo. Lo habitual es que en el mes de junio y en los ríos regulados, no haya crecidas, pero lo habitual no siempre se cumple, y esto pasó el pasado domingo en que nadie pudo pescar en el Esla.
Si cuando el sufrido pescador llega al río y éste está embarrado o desbordado, todo estará perdido. El guarda, en estas condiciones, no aparecerá por el río y si lo hace será para decir un lacónico: «Se siente, no tengo la culpa». Hasta aquí todo normal, lo que no es normal es que la Administración de Castilla y León no tenga prevista una solución. Todos sabemos que siempre quedan sobrantes que se amortizan. ¿Por qué no se ofrece otro permiso para otra fecha, aunque sea en otro acotado de la misma categoría? Otra solución bien sencilla, que ya se utilizó en el pasado, sería la de establecer un periodo de quince días o mensual. Bastaría con que el pescador depositara el permiso en un lugar determinado antes de comenzar a pescar. De esta forma, si el río baja embarrado, se deja para otro día. Esto también facilitaría la labor de control del agente forestal.
Soluciones siempre hay, lo que hace falta es voluntad e inteligencia, dos cualidades que escasean en la Junta castellana. Ahora ya solo nos falta que la gestión de cotos se centralice en Valladolid. Tampoco al deporte de la pesca en León esta macroautonomía le sienta demasiado bien.